Primera vez siendo Greener en set

Por Valentina Manzini

Llegué el primer día de un número determinado de días -31, esta vez- a una pequeña ciudad efímera. Atravesé las murallas de La Ciudadela (en este caso un Foro en la Ciudad de México) y una vez pasada la burocracia, aparecieron las construcciones propias del territorio al que ahora formaba parte. En el lugar había ya una cartografía trazada en los días pasados que determinaba las áreas de trabajo, de comida, de descanso, de movilidad, etc. donde se desenvolvería esta pequeña sociedad en las siguientes semanas.

En esta ciudad cada quien conoce su cada cual: todos saben qué tienen que hacer, a qué área pertenecen y qué responsabilidades laborales y sociales implica su departamento. Son conocimientos que se han ido pasando de generación en generación, de proyecto en proyecto.

Ahí se trabaja así, por proyecto: con necesidades y metas específicas, recursos puntuales, un principio y final determinados, en un tiempo -relativamente- corto. Eso permite que la fílmica, sea una industria que esté en constante regeneración, ya que cada proyecto es una nueva oportunidad para cambiar y mejorar.

Cada área va acumulando el conocimiento que adquiere después de imaginar, preparar, implementar, resolver, analizar, reparar, terminar y evaluar sus experiencias. Cada proyecto cumple un ciclo de vida tal que le permite reinventarse; sin embargo, no siempre sucede así. También hay repetición (mucha) que convierte lo que algún día fueron propuestas, en hábitos (a veces para bien, a veces para mal).

Ahí todos somos trabajadores y todos cumplimos con nuestros roles. Aunque hay ciudadanos que nunca habían entrado a una ciudad así, su rol les dice qué deben hacer ¡y ahí están! Listos con sus mandiles o con sus walkie-talkies para hacer aquello que les corresponde. Hay, desde antes de que nazcan esos nuevos ciudadanos, una serie de valores que ya los rigen; hay deberes, reglas y jerarquías.

El área Greener es nueva. Derivada de la consciencia de que la industria audiovisual también genera un alto impacto ambiental negativo, se creó esta área que busca transicionar a hacer productos audiovisuales sin dañar el medio ambiente. Pero la base del pensamiento sustentable es entender que nada funciona de manera aislada y que esos roles y jerarquías pueden ser divisiones operativas, más no fundamentales ni absolutas, porque todos y todo lo que nos rodea forma parte de un mismo ecosistema.

Hay prácticas en estas “ciudades” que son sumamente eficientes y funcionales, pero hay otras que requieren ser transformadas, como la enorme huella ecológica que dejan y las desigualdades sociales que reproducen. Como Greener tuve la posibilidad de estar adentro y afuera a la vez. Por ser un área nueva, le prestamos a la industria audiovisual unos nuevos ojos que no están mediados por las experiencias pasadas del rol a desempeñar. Aún nadie sabe bien cómo tratar a las Greeners, no saben dónde encasillarnos (por suerte nosotras tampoco lo sabemos aún) y eso nos posibilita accionar como comodines.

El equipo Greener trabaja con todos los departamentos en casi todas las etapas del proyecto: preproducción, montaje, producción y desmontaje (valdría la pena imaginar una postproducción sustentable; pero dejémoslo como tarea para el futuro). Nos relacionamos con cada uno de los miembros del crew, ya sea planeando las acciones sustentables de cada equipo, durante la separación de residuos, en las capacitaciones y en el día a día.

Con el paso del tiempo fui entendiendo que la parte más importante de la Greener en set es justo en el día a día, intentar responderse ¿Cómo hago para que este proyecto sea más sustentable hoy? Entendiendo el significado de sustentable como que disminuya el impacto negativo en el ambiente, que genere conciencia sobre nuestras prácticas productivas y que mejore nuestras relaciones con otros seres humanos y con nuestro ambiente. Entendí también que esto sólo se puede lograr a través de la observación atenta y el diálogo con mis compañeros de todas las áreas, porque además, muchísimas veces las respuestas las tienen ellos.

Al final de esta estancia en la ciudad efímera yo había aprendido muchísimas cosas de la gente con la que conviví y de la manera en la que fuimos resolviendo los retos. También de lo sorprendente que es lograr un proyecto de tal magnitud en tan poco tiempo y las cosas que los seres humanos organizados podemos lograr. Se me detonaron otras preguntas como ¿Cuántas cosas se pueden lograr con un grupo de personas conscientes trabajando juntas? ¿Qué impacto podemos tener en nuestro entorno ambiental y social? ¿Qué otras maneras tenemos de realizar nuestras actividades laborales? ¿De qué otras maneras nos podemos construir socialmente?

Al terminar el proyecto se desmontó la ciudad y cada persona regresó a sus vidas cotidianas o a la siguiente producción. Esa experiencia compartida se acabó; sin embargo, la experiencia vivida se quedó con cada uno de los participantes. Yo me imagino que cada quién se quedará con lo que aprendió de este proceso; en nuestra memoria queda el recuerdo de haber hecho las cosas de una manera diferente, de haber concientizado y cuidado aspectos que tal vez antes no veíamos o no prestábamos atención, y así, con esas nuevas posibilidades abiertas, ir a formar parte de nuevas o viejas ciudades sabiendo que podemos transformarlas.

Valentina Manzini es actriz de teatro y cine egresada del CUT. Co-fundadora del colectivo Mujeres Pájaro Teatro. Apasionada por el arte y el medio ambiente.

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